1.- Sobre el Nacionalismo
Es una idea muy extendida la de que el nacionalismo es siempre sinónimo de fascismo, y es que desde la ignorancia, lo nacionalista suele identificarse siempre con la enorme estructura gubernamental del Estado.
Nacionalismo, no obstante, no tiene por qué estar centrado en el Estado. Muchos años antes de que imperaran las ideas sobre el Estado-Nación en el siglo XIX, ya existía un nacionalismo que no se identificaba con el Estado, sino con su gente, grupo étnico o comunidad local.
El nacionalismo es tan antiguo como el concepto de identidad.
Igualmente en la historia (y de hecho todavía hay) muchas personas que rechazando el Estado y la subyacente idea de poder como principio base de sociedad que dicha institución implica, anteponen su libertad individual a todo ello, pero sin renunciar a su conciencia de identidad.
Es esta gente la que puede ser considerada como Anarconacionalista y su ideología como el Anarconacionalismo.
2.- Nacionalismo y Anarquismo
Algunos pueden creer que una combinación como ésta no puede funcionar ya que el nacionalismo y el anarquismo son del todo incompatibles. La realidad nos muestra que son muchas más las cosas que les unen que las que les separan.
Primero, el hecho de que ambas ideologías tienen como principio básico la libertad y la autodeterminación. Mientras el nacionalismo centra este aspecto en los pueblos, o naciones o etnias; el anarquismo lo hace en el individuo.
El Anarconacionalismo se mueve hacia la creación de un tipo de nacionalismo popular en el cual las culturas de las naciones que integran la sociedad son mantenidas mediante el interés y pasión de los que participan en ella y no a través de la administración de ésta a través de las artificiales estructuras de un Estado centralista.
3.- Sobre la libertad
Según la idea Anarconacionalista, estas dos formas de libertad – nacional e individual – son totalmente compatibles. Ambas están condenadas a entenderse. Ningún grupo puede ser verdaderamente libre si los individuos que lo conforman no son libres, pero del mismo modo también sucede que ningún individuo que se integre en un grupo se sentirá verdaderamente libre a no ser que ése grupo sea a su vez libre. Cualquier lucha por la libertad de un grupo debe ser a la vez una lucha contra la opresión tanto a nivel grupal como individual. Así pues, el nacionalismo y el anarquismo no sólo combinan, sino que se necesitan mutuamente en el camino hacia la verdadera y total emancipación.
Los anarconacionalistas comprenden que el sentimiento nacionalista debe fluir sin medidas coercitivas de un modo colectivo, desde las organizaciones de base, locales, comunitarias y compartido por todos aquellos que deseen participar en él.
4.- Anarconacionalismo
Así, el Anarconacionalismo es relativo al nacionalismo moderno en la misma medida en que el anarquismo clásico lo está con el socialismo.
Anarquistas como Bakunin o Kropotkin tuvieron la misma agenda que el resto del movimiento de los trabajadores socialistas: el cambio radical de la distribución económica de la sociedad para crear así una sociedad económicamente igualitaria.
Sus métodos para alcanzar esta meta, empero, eran distintos.
A grandes rasgos los anarconacionalistas desean crear una sociedad basada en los principios étnicos tradicionales de soberanía, solidaridad e independencia económica. Pero la forma del Anarconacionalismo de alcanzar este objetivo es del todo distinta de la del nacionalista moderno típico.
El Anarconacionalismo propone lograr la liberación de un territorio determinado y la capacidad de este de autoorganizarse sin necesidad de un Estado centralizado, a través del federalismo libertario. Para sus seguidores el independentismo está implícito en el mismo anarquismo; esta propuesta, como libertaria que es, toma al individuo como base de la liberación social: la independencia surge del propio individuo.
En ausencia de Estado y capital, el individuo se uniría a los organismos de base en los que, entre iguales y de manera autogestionaria, decide mediante democracia directa los asuntos que competen no solo a la producción, sino a todos los aspectos de la vida comunitaria.
Estos organismos se vinculan libremente entre sí, lo que requiere primero que ellos también sean independientes. Eso justamente es el federalismo: la unión libre (lo que también implica separación libre), para que se produzca, es imprescindible que haya la posibilidad de decisión previa de las unidades que se juntan. En el pensamiento anarquista, la independencia es requisito para la autodeterminación que se ejerce con la autogestión. En este sentido, el Anarconacionalismo no rompe con las ideas libertarias; todo lo contrario: se reafirma en ellas. Para él, Nación no es igual a Estado.
5.- Sobre el Estado-Nación
El Anarconacionalismo no cree en el llamado Estado–Nación unitario y centralista como forma única de gobierno. Más bien afirma la existencia de distintas nacionalidades y diversas culturas dentro de la sociedad. (Plurinacional y multiétnico).
El Anarconacionalismo está, como los anarquistas clásicos, contra toda clase de autoritarismo, ya sea en los medios como en los fines, y ve la libertad personal y colectiva como el principios más importantes a defender. Por eso rechaza el Estado-Nación unitario, así como cualquier otra organización basada en principios jerárquicos y/o autoritarios como vehículo para alcanzar una sociedad plenamente nacional.
El Anarconacionalismo esta por lo tanto en contra de las ideas que actualmente rigen la mayoría de los movimientos nacionales de derecha o conservadores que tienden a considerar al Estado-Nación como único medio válido para la realización de las ideas nacionalistas.
Rechaza al neo-liberalismo como causa primaria de la declinación social de las naciones y de identidad cultural de los pueblos. Los Anarconacionalistas también rechazan el fascismo y el comunismo como estatistas y totalitarios.
El Anarconacionalismo no es de ningún modo una ideología que se focalice únicamente en políticas internas. A la ideología pertenece también una idea de cómo manejar las relaciones internacionales y sus problemas. Los Anarconacionalistas apuestan por un sistema internacional constituido a partir de principios nacionalistas tradicionales de soberanía para todas las personas y de las ideas anarquistas de un mundo formado por unidades políticas pequeñas, autónomas y autogestionarias – que colaboraran entre sí en una relación de solidaridad en condiciones de igualdad.
6.- Antecedentes históricos
A pesar de la creencia generalizada de que esta es una teoría "moderna", sus antecedentes vienen de lejos. Un teórico del anarquismo como Bakunin (1814-1876), en su obra "Patria y Nacionalidad" decía cosas como: "La nacionalidad es un principio; es un hecho legitimado, como la individualidad. Cada nación, grande o pequeña, tiene el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir acordes con su propia naturaleza. Este derecho es solamente el corolario del principio general de libertad. (...) Un principio es el respeto que cada uno ha tener por los hechos naturales, sociales o reales. La nacionalidad, como la individualidad, es uno de esos hechos; y por eso la tenemos que respetar. Forzarla sería cometer un crimen; y (...) se convierte en un principio sagrado cada vez que es amenazada y forzada. Por eso, me siento simple y sinceramente el patriota de todas las patrias oprimidas".
Otro clásico del pensamiento libertario como Kropotkin también trató esta cuestión con un posicionamiento bien claro: "(...) En todos los sitios donde el hombre se rebela contra la opresión individual, económica, estática, religiosa y sobre todo nacional, nuestro deber es estar a su lado. (...) Me parece que en cada uno de estos movimientos de emancipación nacional nos aguarda una tarea importante: plantear el problema en sus aspectos económico y social, y esto al mismo tiempo que la lucha contra la opresión extranjera" (en una carta de 1897 sobre la "cuestión irlandesa").
Ya en el siglo XIX hubo participación libertaria en algunas luchas de liberación nacional, como las de Bosnia y Herzegovina, y fundamentalmente en la insurrección búlgara de 1876. Pero si de una experiencia de revolución social y liberación nacional hay que hablar, esa es la de Macedonia en 1903. Preparada en una docena de años, los libertarios se encargaron de la orientación, los objetivos y la acción armada. Cambiaron la táctica al atacar a las empresas de capital extranjero que mantenían al Imperio Otomano, en cuenta de las autoridades turcas, como se hacía hasta entonces. El levantamiento duró treinta días y, a pesar de su previsible derrota, pasó a la historia como la primera manifestación de una tentativa de liberación nacional y al mismo tiempo de emancipación social, de carácter libertario de hecho e influida por el pensamiento de Bakunin.
En la Revolución de 1917 en Ucrania, por sus características especiales y específicas, se dio un proceso muy particular donde confluyó el sentimiento nacional y la ideología anarquista. De esa época es la creación del Ejército Revolucionario Insurreccional de Ucrania (conocido como Ejército Negro por el color de las banderas que lo identificaban), formado por anarquistas y donde acabaron integrados grupos pequeños de nacionalistas. Su cabeza e ideólogo fue Néstor Majnó, que creía firmemente en los principios de autoorganización y federación de labradores y obreros ucranianos.
Más referentes posibles de este pensamiento podemos encontrarlos también en el escritor y político bretón Émile Masson, fundador en 1900 de la Federación Socialista de Bretaña y dos años después de la revista en lengua bretona Brug, de carácter socialista y libertario. Hizo también en esa línea el llamamiento por el que es conocido: "Bretones socialistas, hay que hablar a nuestros hermanos labradores en su lengua". Más tarde fue miembro del comité de redacción del periódico Breizh Dishual (Bretaña Libre), futuro órgano del incipiente movimiento nacionalista bretón, además de colaborar con la publicación La Bretagne Libertaire.
Otra conexión entre emancipación nacional e individual se dio en el pensamiento de uno de los nombres fundacionales del nacionalismo canario. Secundino Delgado (1867-1912). Emigrado a Cuba, se hizo seguidor del anarcosindicalismo y participa en la lucha contra España. Después tiene que exiliarse a Venezuela, donde funda el periódico El Guanche y propone la independencia de Canarias. De vuelta a las islas colabora con la anarcosindicalista Asociación Obrera de Canarias y funda más tarde las primeras organizaciones políticas nacionalistas, además de crear también la publicación Vacaguaré ("quiero morir", grito de resistencia guanche), donde escribe: "Mientras respire, voy a luchar por la autonomía de los pueblos y de los individuos cueste lo que cueste. (...) Todo por la libertad de los pueblos y de los hombres. (...) Como decía Bakunin, que al mismo tiempo que predicaba la gran revolución política, económica y social, no abandonaba las regiones conquistadas y sometidas a potencias extrañas".
Más adelantados en el tiempo están los vascos Félix Likiniano (1909-1983), militante anarquista muy destacado en la defensa de Donostia en la Guerra Civil y después en la lucha antifranquista, y Federico Krutwig (1921-1998) escritor y miembro de Euskaltzaindia (Academia de la Lengua Vasca), autor de obras como "Vasconia" o "La cuestión vasca". Cuestionaron los aspectos de la ideología nacionalista tradicional, proponiendo un nacionalismo vasco nuevo donde se diera una especie de fusión ente la izquierda abertzale y el anarquismo.